lunes, 6 de diciembre de 2010

Nombrar la ciudad


La ciudad debería nombrarse con nombres populares. Ahora, por ejemplo, la Avenida 33 se llama María Cano, que en otro tiempo se llamó Tomás Carrasquilla. Llama la atención que en una ciudad tan conservadora, sólo dos calles tienen nombre de Santos: San Juan y San Roque, hoy Palacé, que incluso la Plazuela Uribe Uribe llevó ese nombre en un tiempo; en ese sentido ha sido una ciudad profana. En los años 40, Medellín se llamaba Sodoma y Gomorra, porque de acuerdo con editoriales de la prensa en la época, de diarios como La Defensa o El Colombiano, manifestaban preocupación por asuntos de la moral pública, según ellos, porque Medellín estaba dominada por la vagabundería, debido a las nueve zonas de tolerancia que tenía una ciudad tan pequeña para ese momento, entre ellas, Guayaquil, Lovaina, La Bayadera, La Palma y La Toma.

Medellín era una ciudad pecaminosa, pero absolutamente atractiva para personajes como Calibán, cronista de El Tiempo, que decía que a Medellín se entraba por un prostíbulo, asunto que causaba un gran escozor en la sociedad. Ahora, estos sitios también tenían otros atractivos, como lo que fue El Ventiadero en Lovaina, donde la gente podía ir a disfrutar de la mejor carne asada o el famoso Patio del Tango de El Gordo Anibal que, inicialmente, estuvo en la Calle Amador y después en el Barrio Antioquia, con sus picadas, sus asados y su show de Tango, un sitio obligado en los recorridos de Medellín. Imagen: antigua Plaza de Cisneros, tomada de: www.acetango.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario