lunes, 7 de marzo de 2011

Cementerio de San Lorenzo


Tomado de: Osorio Gómez, Jairo. Niquitao una geografía de cruces. Ed. L. Vieco e hijas Ltda. Instituto Tecnológico Metropolitano, 2a ed. 2008.

“Construido según las normas de las leyes de Indias, que ordenaban hacerlo en laderas orientales, sobre despoblados para que el Sol no les faltara nunca, el cementerio se levantó alrededor de una pequeña capilla que, para algunos escribanos, era la que llamaban de don Felipe Sosa.

Al parecer, para dar cumplimiento al traslado de un camposanto, ubicado en San Benito, según mandato del 25 de febrero de 1825, del Cabildo local, y al que con justicia se oponían los residentes de San Lorenzo y Guanteros. Todo indica que el pleito se arregló con una paja de agua que la municipalidad les otorgó, a cambio de facilitar la tarea. Hasta 1844, sirvió como necrópolis exclusiva de la población, cuando los ricos y los dones, promovieron otro en el Llano de los Muñoz, para lograr también separarse en muerte.

Desde esa época se empezó a hablar de su decadencia y a llamarlo El Panteón de los pobres. De los pobres y los bardos, también menesterosos de dicha y comprensión. Gregorio Gutiérrez González, no obstante ser un poeta de gloria de los antioqueños, parece que no clasificó para optar al cementerio de los ricos. Cuando murió en julio de 1872, lo trajeron para acá un buen tiempo. La tumba anónima en la que reposó, la cubre ahora un yerbal fértil, pero abandonado.

(en 1885, cuando el Estado devolvió los cementerios a la Iglesia Católica, el de San Lorenzo estaba “muy enmalezado y encerrado con tapias”, certifican las actas de entrega. Un decreto de octubre de 1877, había establecido que la propiedad y administración de los camposantos correspondería a los distritos, la división territorial de entonces)”.

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